Hace casi un año recibimos un correo electrónico de mi amiga Raquel. Era la propuesta para conformar un Club de Lectura. Al principio, seis de nosotras "nos apuntamos" a la idea y ahí comenzó todo...
Inmediatamente, ella se dio a la tarea de organizar lo que fuera necesario para escoger un libro que todas quisiéramos leer. La rifa fue el medio por el cual Eat, Pray, Love, escrito por Elizabeth Gilbert, se convirtió en el primer libro del Club. Fijamos fecha y un mes después nos reunimos donde Andrea para compartir nuestras impresiones.
Últimamente, 10 ó 12 ex-compañeras del colegio nos hemos estado reuniendo para no perder el contacto que nos dieron las aulas durante tantos años. La mayoría de nosotras fuimos compañeras en la escuela y en el colegio. Es decir, nos conocemos de toda la vida.
El tiempo no ha pasado en vano y todas hemos cambiado muchísimo. Cada una vive circunstancias distintas: hijos, marido, novio, trabajo, proyectos, vidas complicadas. Estas realidades son las que me han llevado a valorar al Club de Lectura como algo más que reunirnos mensualmente a discutir un libro y a comer riquísimo.
Desde hacía ya algunos años yo sentía que se estaba dando una separación dentro del grupo de compañeras. Aquellas que no teníamos hijos porque queríamos darle prioridad a otras cosas, o las que aún estaban solteras, nos habíamos convertido para las demás en bichos raros, en mujeres incompletas y fracasadas, que le estábamos fallando a la vida porque no caíamos dentro del patrón Susanita, hijos, hijos, hijos.
Ahora somos cuatro amigas las que nos hemos visto sin falta mes a mes. Esto es lo que me encanta de reunirnos después de terminar de leer un libro. Somos parte de una actividad que nos une, que nos gusta a todas, pero sobre todo, una actividad dentro de un grupo en el que hay respeto por las decisiones de los demás sin juzgarnos. No buscamos lo que nos separa o nos hace diferentes, sino más bien, disfrutamos lo que nos une. Hemos encontrado un espacio para compartir más que nuestra opinión de un libro; compartimos nuestras experiencias de vida. Es así como hemos descubierto que tenemos más en común de lo que creíamos y que el Club de Lectura ha transformado a unas ex-compañeras de colegio en amigas que leen.
